De forma concisa, podemos describir la autoestima como la valoración que una persona hace sobre sí misma. Con otras palabras y ahondando un poco más, podemos decir que la autoestima viene a ser como una opinión que tenemos de nosotros mismos, o como una apreciación subjetiva acerca de nuestra valía. Por tanto, entendemos la autoestima como la idea que tenemos de nuestro propio valor. Esta valoración (u opinión, o apreciación, o idea) tiene su origen en emociones y sentimientos, en pensamientos, en sensaciones y en experiencias que relacionadas con nosotros/as mismos/as.

La autoestima es importante porque determina la calidad de la experiencia de tu vida, y porque influye en la forma en la que te relacionas contigo y con los demás. Cuando estás aumentando la autoestima cambia la relación con tu familia, con tu pareja y en el trabajo.

Los cuatro pilares y componentes que forman la autoestima son el autoconcepto, la autoimagen, el autorefuerzo y la autoeficacia. Y de estas componentes podemos extraer cuatro estrategias para mejorar la autoestima.

Del desarrollo del estas cuatro estrategias surgen la variedad de técnicas para la gestión de la autoestima que proponemos desde el Instituto de Alto Rendimiento (IAR) a través de Pocket Gym y de la Escuela de Rendimiento y Bienestar (ERB). El cuidado de la autoestima, a través de estas técnicas, consistirá, entonces, en el cuidado de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, de nuestros actos o comportamientos, y de nuestra actitud o disposición, y todo ello en relación con la valoración que hago de mí mismo/a.

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Consejos

El ser humano tiende a evitar y a no enfrentarse a lo que teme y le provoca miedo, esta es la salida más sencilla, rápida y fácil a corto plazo ya que elimina la ansiedad que la situación provoca.

Pues bien, ahora se sabe que el principal enemigo de nuestra autoestima baja es, sencillamente, no hacer nada. Y es que se ha comprobado que la autoestima no depende del resultado de tus actos. Depende simplemente de que actúes. De esta forma la autoestima aumenta cuando te enfrentas a las circunstancias, y disminuye cuando las evitas. Así de sencillo.

La autocompasión está muy relacionada con el autoconcepto (uno de los cuatro elementos que forman la autoestima) y consiste en tratarte con la misma consideración con la que tratarías a tu mejor amigo/a. Esto es, darte apoyo y ser comprensivo contigo mismo/a, en lugar de criticarte y juzgarte constantemente. Implica aprender a calmarte y reconfortarte para volver a intentarlo, en lugar de castigarte cada vez que algo no ha resultado como querrías.

Un ejercicio sencillo para desarrollar la autocompasión consiste en hablarte de la misma forma que lo harías con un amigo que lo estuviera pasando mal. De esta forma empezarás a ver tus problemas como algo que estás experimentando, y no como algo que te define. ¿Le dirías a un amigo que es un inútil o que no es capaz de hacer nada bien? Seguramente no. Entonces, cada vez que te descubras a ti mismo/a castigándote, puedes sustituir tu voz crítica por frases compasivas.

La autonomía es una cualidad necesaria y muy buena que nos ayudará a lo largo de toda nuestra vida. Y, como suele ocurrir con casi todo, el exceso puede convertir lo deseable y bueno en algo que no ayuda y no conviene. Por eso, el equilibrio se encuentra aunando la autonomía con la vida social. Y la vida social no se tiene de forma virtual. Se trata del contacto personal, de “carne y hueso”. Por eso, intenta que todas las semanas hayas tenido, como mínimo, dos tiempos para quedar y disfrutar con tus amistades. Puedes considerar que una muy buena forma de tener vida social es pasando tiempo con tus amigos en la naturaleza.

La vida tecnológica que hemos creado no siempre es una ayuda. Es más, su abuso puede convertirse en el peor aliado para la buena autoestima. Y las estructuras artificiales de las ciudades, con demasiada frecuencia, nos aíslan de lo que somos: naturaleza. Por eso conviene, por lo menos de vez en cuando, tomar contacto con la naturaleza y disfrutar de ella.

Utiliza la herramienta Disfruta de la naturaleza.

Este ejercicio tiene como finalidad fomentar el autocuidado. Se trata de “mimarnos” a nosotros/as mismos/as. Para ello, podemos comenzar haciendo un listado de pequeñas cosas agradables que podríamos hacer por nosotros mismos en el día a día. Se trataría de cosas que impliquen “mimarte”, cuidarte y fomentar actividades agradables o que te causen bienestar.

Dedícale tiempo e intenta hacer la lista lo más larga que puedas. No se trata de poner grandes cosas, sino cosas o asuntos cotidianos Y, si es posible, que impliquen acciones o experiencias (no regalos materiales).

Por ejemplo: escuchar una música que te gusta, ir al gimnasio (o algo que tenga que ver con cuidar tu salud), probar un nuevo peinado, pasear un rato por un parque, llamar a algún amigo para charlar, preparar un plato que te gusta, leer un rato… Si hubiera más de 100 opciones, ¿qué se te ocurriría?

Intenta que la lista sea bastante larga. Podrías dedicarle un día o dos sólo a elaborarla. Cuando tengas tu listado de “premios”, será el momento de crear tu método o sistema de sorteo. Una idea es hacer una lista numerada con los “autorregalos” de tu lista y tirar dados para seleccionar el regalo. Cada día, por la mañana (o la noche antes, para poder organizarte mejor), puedes tirar los dados y encajar el tiempo en tu agenda para darte el “regalo”, el “premio” que te ha tocado. Y así cada día hasta acabar con todos los regalos de la lista que hayas elaborado.

Una vez finalizada la lista, podrías volver a empezar, si quieres. O incorporar algún regalo nuevo. Incluso, podrías elaborar una nueva lista y realizar la misma dinámica otra vez.

Y, por supuesto, puedes diseñar el sistema de regalos y de sorteo de la forma que tú quieras y más te guste. Lo importante es que te cuides, que te mimes, que te quieras…

DESCRIPCIÓN

De forma concisa, podemos describir la autoestima como la valoración que una persona hace sobre sí misma. Con otras palabras y ahondando un poco más, podemos decir que la autoestima viene a ser como una opinión que tenemos de nosotros mismos, o como una apreciación subjetiva acerca de nuestra valía. Por tanto, entendemos la autoestima como la idea que tenemos de nuestro propio valor. Esta valoración (u opinión, o apreciación, o idea) tiene su origen en emociones y sentimientos, en pensamientos, en sensaciones y en experiencias que relacionadas con nosotros/as mismos/as.

POR QUÉ ES IMPORTANTE LA AUTOESTIMA

La autoestima es importante porque determina la calidad de la experiencia de tu vida, y porque influye en la forma en la que te relacionas contigo y con los demás. Cuando estás aumentando la autoestima cambia la relación con tu familia, con tu pareja y en el trabajo.

Cuando una persona tiene la autoestima baja, no se quiere, no se acepta y no valora sus cualidades (incluso puede que ni siquiera sea capaz de verlas). Probablemente, deje de acudir a encuentros sociales, deje de probar cosas nuevas y de enfrentarse a retos por miedo a no conseguirlos, ya que seguramente crea que no será capaz de lograrlo y le falte seguridad en su día a día.

Tener autoestima es sentirnos capaces de ir afrontando los desafíos cotidianos. Y se trata de sentirnos capaces de hacerlo, y no de hacerlo perfecto. La autoestima también es la capacidad de sentirte valioso/a, de cuidarte y respetarte, de tratarte bien precisamente porque conectas con tu sensación de valía y esto te permite afrontar la vida de otro modo.

COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA

Los cuatro pilares y componentes que forman la autoestima son el autoconcepto, la autoimagen, el autorefuerzo y la autoeficacia. Y de estas componentes podemos extraer cuatro estrategias para mejorar la autoestima.

  1. Autoconcepto (componente cognitivo)

El autoconcepto es el conjunto de creencias y convicciones que hemos elaborado a lo largo de nuestra vida sobre nosotros mismos y sobre nuestra valía personal. Puede tener una doble fuente: los demás (especialmente, las personas más significativas: familia, amigos, profesores…). La estrategia que subyace al autoconcepto es la aceptación y la autocompasión.

  1. Autoimagen (componente afectivo)

La autoimagen se forma con lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nosotros. Y tiene que ver con las emociones. Por eso, la estrategia que emerge para su gestión consiste en exaltar lo que nos gusta de nosotros/as mismos/as.

  1. Autorefuerzo (componente conductual)

El autorefuerzo se refiere al comportamiento, a la acción: ¿qué es lo que hago en relación con la autoestima? Por eso, la estrategia que se genera desde el autorefuerzo es conductual. Se trata de elogiarme, de felicitarme, y de decirme: “esto lo he hecho bien”; “soy capaz de esto”; “esto me gusta de mí”; etc.

  1. Autoeficacia (componente actitudinal)

Es muy frecuente que se haya aprendido a valorar los resultados conforme al éxito obtenido. Y el éxito se suele entender como el alcance de un objetivo propuesto. No obstante, esto puede distar mucho de la autoeficacia. La autoeficacia hace referencia al proceso, no al resultado final. Desde la autoeficacia, el éxito no es ganar, no se mide por lo ganado como resultado final, sino por todo lo obtenido en el proceso. La autoeficacia es la valoración y el disfrute de lo que he puesto en juego en el proceso, de los logros que en el camino he conseguido, de lo que he crecido con ello, de lo que he aprendido… Por eso, la autoeficacia es una actitud. Y el fomento de esta actitud es la estrategia: se trata de cuidar nuestra disposición.

Del desarrollo del estas cuatro estrategias surgen la variedad de técnicas para la gestión de la autoestima que proponemos desde el Instituto de Alto Rendimiento (IAR) a través de Pocket Gym y de la Escuela de Rendimiento y Bienestar (ERB). El cuidado de la autoestima, a través de estas técnicas, consistirá, entonces, en el cuidado de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, de nuestros actos o comportamientos, y de nuestra actitud o disposición, y todo ello en relación con la valoración que hago de mí mismo/a.

AUTOESTIMA DINÁMICA

Parece que la autoestima no depende de lo que se tiene, de lo que se sabe o de lo que se es. Más bien depende de la aceptación personal. Y se constata que esta aceptación personal no es estática, no está dada y no es de una manera u otra para siempre. Al contrario: la autoestima es dinámica, cambia, evoluciona. Y no sólo eso, sino que, además de vivir con una autoestima determinada en un periodo de tiempo de mi vida, por momentos, esa autoestima puede verse afectada, y sentirme momentáneamente, por algún día, que valgo o que no valgo. Es decir, puedo sentirme por momentos con alta autoestima o con baja autoestima, dentro de una tendencia en una etapa concreta de mi vida.

Este dinamismo de la autoestima es muy importante, porque nos da la pista de que podemos gestionar la autoestima y de que podemos cambiarla. Además, nos indica que la autoestima no es innata, es decir, no se hereda de padres a hijos. La autoestima es un proceso de aprendizaje a través del cual se forman creencias, emergen emociones, se fortalecen hábitos y conductas y se constituyen disposiciones. Esos aprendizajes son fruto de las experiencias vividas, sobre todo en la infancia. Por esta razón, si queremos cambiar lo que hemos aprendido sobre nuestra valía a lo largo de nuestra vida, si queremos cambiar nuestra aceptación personal, habremos de modificar las creencias, las emociones, las conductas y los hábitos y las actitudes o disposiciones.